El Río Cruces… aún respira
septiembre 2, 2021

Desde mis inicios de la pesca con mosca, hace unos veinte años atrás, el Río Cruces ha sido el curso de agua preferido para mis excursiones de pesca. Lo he pescado en distintos tramos de su ondulante recorrido y he disfrutado de sus distintas manifestaciones de vida silvestre. La presencia de patos, coipos y nutrias (chungungos) era una compañía frecuente a la silenciosa práctica de mi pasatiempo favorito.

Tras las odiosas consecuencias que tuvo la instalación de la planta de celulosa en sus riberas en que, junto a otros pescadores vimos gran cantidad de peces muertos a causa de su intervención, dio la triste impresión que la vida acuática había pagado un caro tributo a la desmedida ambición humana. Tal vez por las medidas precautorias impuestas a sus procesos productivos, o por la permanente vigilancia sobre la calidad y cantidad de sus deshechos industriales, ha permitido a la vida acuática dar tímidas señales de que la vida en el río, no ha muerto del todo.

Es sabido que la especie salmonídea mas sensible a los cambios de temperatura del agua, alteración en su composición (residuos industriales líquidos) y niveles de oxigenación derivado de material particulado en suspensión (remoción del lecho del río), es la trucha arcoiris. Por tanto, su ausencia en los lugares aledaños a la industria mencionada fue y es evidente, manifestado en ejemplares menores de un año y de baja talla. Por otro lado, la trucha café o marrón (salmo trutta) es menos demandante de oxígeno y tal vez sumada a otras capacidades le permitiría salvar alguno de los obstáculos mencionados anteriormente. En fechas cercanas a los desoves de las marrones que remontan el Cruces (que coincide con el cierre de temporada de pesca de salmonídeos) en los años 2004-2005 la captura de ejemplares de fario en tallas cercanas o superiores al kilo de peso fueron muy escasas a diferencia de años anteriores que era frecuente ejemplares sobre dos kilos de peso y superior (hasta 4,900 gramos ).

Este año, en la fecha de cierre de temporada (domingo 07 de mayo) concurrí a uno de mis lugares preferidos con la romántica tarea de despedirme del viejo amigo a quien contemplaría desde algún puente carretero hasta el segundo domingo de noviembre.

El frío día gris, de aplastante niebla, acallaba el parloteo una bandada de choroyes posados en las ramas de un desnudo árbol mientras que el rasante vuelo de una bandada de patos reales casi tocando la superficie del agua rompía la tranquilidad del entorno.
Sin actividad superficial notoria opté por un patrón lastrado de stonefly negro con un fino ribete plateado obtenido de un cable coaxial.

Lancé primero en un tramo en que el agua corre casi como un espejo antes de quebrarse en un sector de corredera cuyas aguas acusaban el leve aumento de las escasas lluvias, poco frecuentes en esta estación.

Fui descendiendo pausadamente el río, considerando el tramo del río posible de acceder y el tiempo que disponía antes de mi retorno a casa, de pronto, al adentrarme en el sector en que las aguas aumentan su velocidad tuve la primera tomada de una trucha un tanto mayor que cobré y liberé.

Entusiamado por ese encuentro, opté entonces por un streamer en tamaño de anzuelo Nº10 llamado “Opposum” de origen neozelansés, recomendado por Sergio Maza propietario de la tienda de pesca Orvis de Temuco, mosca que nunca antes había probado en estas aguas.

No fueron necesarios más de cuatro intentos en la fuerte correntada para sentir que mi caña se doblaba ante el peso de una hermosa fario engalanada de sus colores de desove. Mas pequeña que la anterior (dos kilos aprox.) me permitió contemplarla muy cercana mientras sacaba mi cámara guardada en su bolsa hermética de polietileno para prevenir accidentales caídas al agua (lleva tres “inmersiones” a su haber). Mi breve demora y su impaciencia fueron suficientes para decidir en un violento salto fuera del agua que la foto tendía que esperar un año mas.
Con mi tippet roto y la cámara en la mano tuve que resignarme por esta vez que las truchas habían sido las protagonistas de esta historia y que yo, solo había sido el testigo que las marrones estaban recuperando sus espacios arrebatados, al menos parcialmente, por el insaciable apetito del hombre.

Mientras conducía de vuelta a casa, la nubosidad que cubría el sector se rompía en jirones y el sol asomaba entre las nubes calentando el frío día de otoño… el día perfecto para cerrar la temporada.

Luis Vásquez González
Socio del Club de pesca Ríos del Sur – Valdivia.


Valdivia, Chile