El viaje: Son pocos los pescadores que han tenido la suerte de llevar a cabo sus sueños. En mi caso bastó una breve llamada telefónica de Antonio, mi hermano, para decidir un viaje que ha sido una de las experiencias de pesca más gratificantes de mi vida. El diálogo fue más o menos así:
-¿Te anotas para ir al Strobel?- fue la pregunta-
-Por supuesto, … ¿y cuándo? – fue la inmediata respuesta que selló el tácito compromiso.
En realidad estaba esperando esa llamada por casi un año después de enterarme por la experiencia de Antonio y sus hijos Cristian y Daniel cuando visitaron ese lugar de antología a fines de la temporada 2011-2012. La llamada requería también de una respuesta inmediata porque había más interesados que cupos en el último grupo que recibía por esta temporada el Lodge Estancia Laguna Verde.
Una semana antes de la fecha acordada ya estaban dispuestos bolsos y cañas a la espera del día del viaje. El 25 de abril salí de Valdivia rumbo a Puerto Montt donde abordé el vuelo a Balmaceda donde me esperaba una heterogénea comitiva que conformaba el grupo de ocho pescadores: Carlos Morales Luis Núñez, Pablo Villegas, Cristian Fuentes, Cristian Vásquez, Daniel Vásquez, Antonio Vásquez, y el infrascrito. En cuanto bajé del avión emprendimos el trayecto terrestre en dos vehículos todoterreno rumbo a Perito Moreno conde cenamos y pernoctamos para salir a las 05:00 de la madrugada hacia Gobernador Gregores, en la intersección de la ruta 40 y el acceso a la localidad mencionada tomamos un sendero que nos llevaba al Lago Strobel.
En el trayecto, con las primeras luces del alba el severo paisaje de la pampa se reveló bajo arreboles carmesí que fueron tornando rápidamente a distintas tonalidades de rojo.
La ausencia de vegetación arbórea hacía presumir carencia de vida, sin embargo la presencia constante de zorros, liebres, guanacos, chingues se sumaba a la avifauna representada por águilas y tiuques y, en lugares cercanos a algún cuerpo de agua aparecían bandadas de caiquenes y patos evidenciando que la abundancia de vida silvestre distaba mucho de mi primera impresión.
Tras un lento recorrido por un camino áspero sobre un suelo pedregoso de rocas de cantos afilados, nos adentramos en la estancia Laguna Verde arribando finalmente al lodge emplazado a un centenar de metros de la Laguna Verde.
Luego de acomodarnos en confortables dormitorios fuimos agasajados con un oportuno cóctel de bienvenida por su propietario Alberto “Beto” Alba quien, junto con presentarnos a guías y personal de servicios, nos hizo una amena introducción y reseña del lodge, la hacienda y las características de la orografía de lagunas y río que alimenta al Lago Strobel.
Del lugar. La Estancia Lago Verde se emplaza en la Provincia de Santa Cruz, y posee una superficie de 12.000 hectáreas. Posee 13 lagunas en su interior de las cuales varias son pescables destacándose la Verde y Texas. Tiene acceso exclusivo a los ocho kilómetros del río Barrancoso a excepción de la zona del desagüe, con acceso a las riberas del Lago Strobel que cuenta con bahías y sitios protegidos del viento que es el compañero inseparable de las jornadas de pesca. En general, tanto el lago como las lagunas aledañas que forman una serie de cuerpos de agua que se pueden ver alineadas en una fotografía aérea como cuentas de un collar cuyo hilo conector sería un río que ya no existe.
Cada una de estas lagunas se encuentra a decenas de metros bajo el nivel del terreno de la meseta producto de un fenómeno erosivo resultante de la disolución del manto de piedra caliza por la acción del agua. El pescador visitante se encontrará entonces que cada laguna forma una acentuada depresión con bordes escarpados.
El lodge dispone acomodaciones para ocho pescadores en cuatro suites (mas dos en construcción) permanentemente calefaccionadas, un grato Estar, comedor y completísimo bar. Una nutrida biblioteca con libros y revistas relacionadas con la pesca, fotografía, avistamiento de aves y el arte cinegético provenientes de distintos países e idiomas permite prolongar las jornadas de pesca con una agradable lectura. Provee servicios de wi-fi, telefonía celular y televisión vía satélite.
Para acceder a los lugares de pesca se cuenta con seis cuadrimotos y dos vehículos todoterreno. Cuatro atentos guías (uno por cada dos pescadores) nos orientarán y sugerirán las moscas perfectas de acuerdo al lugar (río, laguna o lago) según su experiencia y conocimiento de las truchas conforme avanza la temporada de pesca.
No se ha descuidado ningún detalle para el confort del pescador ofreciendo una variada gastronomía con exquisita presentación a cargo de una chef internacional (Lorena) y un barman (Julio) que sugerirá al trago apropiado y exhibirá sus destrezas en su preparación por exótico que sea el pedido del huésped.
De la pesca.
Primer día: Tras el arribo, la primera excursión la hicimos durante la tarde a la laguna “Texas” llamada así en honor a un pescador norteamericano oriundo de ese estado quien en cada visita solamente pesca en ese lugar. Esta laguna posee una población mixta de truchas arcoíris y farios cuyo peso varía entre 1,5 – 4,5 kilos. El propósito de esta primera actividad es lograr un acercamiento a modo de introducción al tipo de pesca que se practica en este lugar.
La animada pesca variada puso a prueba nuestra destreza para lanzar con rachas de viento a veces intensas provenientes de distintas direcciones según se caminara la ribera.
A poco de llegar la laguna mostró su generosidad al permitirnos la captura de piezas de respetable tamaño.
Segundo día: Divididos en dos grupos, algunos fueron al lago, mientras otros fuimos a pescar al Río Barrancoso. En esta fecha, fines de temporada, el río presentaba un bajo nivel de agua que daba lugar a la formación de pozones donde descansaban las truchas que habían ascendido desde el lago. La enorme cantidad de truchas cuyo peso medio era de cuatro kilos provocaba la concentración de peces que solamente pude ver en una piscicultura… o en mis sueños.
Los piques y corridas no se hicieron esperar y a poco de arribar comenzó una verdadera fiesta que rayaba en el delirio con el que añora cada pescador. Si alguien ha pescado una trucha de 4 a 5 kilos en un río con frenéticas carreras en que remontaba un pozón tras otro, o con corridas aguas abajo a la que había que seguir para no romper el tippet…. Bueno, multiplíquelo por 28 veces….
Al principio intenté de hacer aquello que académicamente yo mismo podría recomendar a un principiante para un río cualquiera….línea de flote con punta de hundimiento, tippet 4X, mosca lastrada, lanzamiento aguas arriba… dejar que la ninfa se hunda, recoger con tironcitos levantando la caña y esperar….
¡..Nada de eso….! los tres primeros lances fueron tres cortes de tipet consecutivos, y a medida que se engrosaba el líder, la pelea con esos pequeños leviatanes se extendía por unos minutos más hasta que el grosor 0X fue el diámetro suficiente para sacar del agua esos torpedos. Por lo demás esa fue la recomendación del guía para evitar largas peleas y por ende una recuperación más lenta del pez para que se recobrara.
Había si diferencias entre el estado de las truchas, es decir en cuanto a su vigor y tenacidad en la lucha. Las que poseían una pigmentación más acentuada (desde el color oro viejo hasta casi el azul piedra) habían subido tempranamente y su lucha terminaba antes, en cambio las que recién habían ascendido desde el lago lucían una coloración plateada, presentaban una fuerte pelea que se prolongaba por largos minutos y espectaculares saltos fuera del agua (hasta doce) y no era raro verlas caer sobre alguna roca de la orilla u otras que presentaban un breve reparo en medio del río.
La extraordinaria cantidad y calidad de la pesca permitió reafirmar algunas de mis convicciones que había sostenido con otros aficionados en orden a que las truchas –a diferencia de los salmones- se alimentan cuando se encuentran en época de desove.
A lo anterior se suma la creencia que en ese estado solo responderán por irritación solo ante la presencia de grandes moscas. Sin embargo, la mayoría de las capturas que obtuve en el río fueron con ninfas en tamaño 12 al 14. La conclusión lógica es entonces que las truchas en ese estado no dejan de alimentarse porque a diferencia de los salmones, no mueren tras el desove y deben mantener la ingesta de alimento para su viaje de retorno.
Tras un almuerzo de lujo preparado por nuestros guías en rústicas pero cómodas instalaciones cercanas al lago (dinámica que repitió durante todos los días), seguimos con nuestra grata labor hasta que la oscuridad del ocaso nos hizo volver al cálido lodge.
Tercer día. En esta ocasión nos dirigimos al Lago Strobel, precisamente a Monster Bay que tal como su nombre sugiere alberga enormes truchas de color plateado, casi blancas que les permiten confundirse con el blanco fondo calizo. Los piques no demoraron en producirse aunque lejos del vertiginoso ritmo de los enganches del río.
Después de almorzar, y de pescar un par de horas de sobremesa, retornamos a Laguna Verde, de agua color lechoso, donde pescamos truchas en pesos que promediaban 1,8 a 2,5 kilos pero que compensaban su talla con mayor número. La coloración en algunos casos era de color mármol con una vistosa franja roja en sus flancos. Sabedores que también la laguna tiene una población de truchas Fontinalis (Salvelinus fontinalis) nos esforzamos en capturar alguna y solo uno de nosotros tuvo la suerte de enganchar una “fonti”.
Cuarto Día: Nuestro destino fue la llamada Sea Bay, otra bahía abrigada que permitía lanzamientos más largos (que me favorecía porque soy un lanzador promedio) y al igual que Monster Bay es un lugar de paso frecuente de esas truchas dignas de una postal.
Los piques con veloces y prolongadas carreras de vigorosas truchas de peso que variaron entre los 4 a 6 kilos sacaban buenas cantidades de backing y casi todos perdimos enormes ejemplares que tuvieron la astucia de liberarse del anzuelo -sin rebarba- al escabullirse entre las camas de algas, o bien al restregarse entre las ásperas piedras del fondo, cortando limpiamente los líderes y dejando al pescador sin aliento. Promediada la tarde retornamos a Laguna Texas en sectores no explorados el primer día y todos tuvimos enganches bajo un helado viento que nos hizo abandonar ese lugar para visitar por última vez la Laguna Verde.
Cercano al atardecer, la Laguna Verde aparte de las consabidas arcoirs, nos regaló dos Fontinalis, sin embargo no estuve entre los elegidos, y dejé la orilla prometiendo volver en otra ocasión para capturar las esquivas “pintonas”.
Quinto Día: El último día de la temporada de pesca, último día de nuestra estadía y cierre de la operación del lodge 2012-2013. Salimos temprano en dirección al Río Barrancoso donde se repitió la extraordinaria experiencia de truchas fenomenales. Probé una vez más solamente con patrones pequeños a fin de comprobar la eficacia de las ninfas con resultados increíbles. Esa mañana al menos 14 truchas (ninguna de menos de tres kilos) se tentaron con mis moscas, tanto como otra atada por el omnipresente guía que seguía cada momento del pique, lograr la captura con la red, hacer de fotógrafo y eventualmente atar la mosca al líder cuando había necesidad de reemplazo.
Del retorno: El viaje de retorno se inició después de un grato almuerzo que nos permitió llegar pasado el ocaso a Perito Moreno donde en esta ocasión pudimos alojar todos en el mismo confortable hotel. Temprano en la mañana enfilamos rumbo a Balmaceda donde llegamos a tiempo para que los primeros viajeros tomaran sus vuelos rumbo a sus hogares. El “roquín” ( o”yoko” según los chilotes) fue la merienda con bocadillos y “facturas” (croissant) preparada por Lorena que permitió al grupo salvar el almuerzo.
Como se podrá imaginar el retorno fue por lejos distinto al viaje de ida, los comentarios alegres animaron el trayecto y las ansias del primer día se transformaron en jubilosos recuentos. Todos quedamos con el deseo de volver. Todos pescamos lo nuestro, en mayor peso, envergadura o cantidad (mi sobrino Cristian se llevó la marca de una trucha de 20 libras) y cada uno anotó en su bitácora a esta jornada como una de las más notables.
Finalmente quisiera agregar que si bien el objetivo de un viaje de estas características es la pesca, sugiero a nuestros amigos pescadores que visiten el lugar no dejar en casa sus cámaras fotográficas. En cada esquina, tras cada piedra o tronco martirizado por el rigor de los elementos hay una imagen que refleja la dureza del paisaje y de la vida que lo habita. Tal vez la prisa por pescar, o el tiempo siempre breve, no me permitieron plasmar en imágenes la belleza agreste de la meseta del Strobel.
Será para la próxima…!
Luis Vásquez González
Socio
Club de Pesca Ríos del Sur – Valdivia
P.S. Para contextualizar el relato les invito a mirar el blog: http://estancialagunaverdelodge.blogspot.com/